Soy De La Tierra Campesina.

21.08.2018

Soy de la tierra campesina, donde los huasos están cambiando los caballos por bicicletas, donde las chupallas se están cambiando por gorros que dicen "I LOVE NY". 
Soy de la tierra campesina, que tomó mi mano y condujo mi niñez por los domingos en la cancha, entre un clásico de la HUACHERA y el ACULEO.

Soy de la época en que mi Abuelo empezaba a tomar un sábado en la quinta de abajo, atendido siempre amablemente por el tío Osvaldo, y terminaba bailando en la quinta del Parrón al ritmo de las mejores orquestas de la época. Donde uno tenía que ponerle color con la cumbia o con la cueca, para que los tíos medios curaos te compraran media docena de empanadas de queso.

Soy de la tierra campesina, en donde el Mes de María se rezaba en la gruta y los velorios se lloraban con un novillo pal almuerzo y media docena de gallinas para el consomé de la noche, la cajita de vino para el frío y su manta e'Castilla, en donde la viuda vestía de riguroso negro y la tía Carmen junto con las señoras del centro de madres, le rezaban al difunto los dolorosos, los gloriosos y los por si acaso.

Soy de la tierra campesina, en donde ir al funeral del difunto era un panorama. Los adultos entraban a misa y se mamaban el sermón del cura y uno de afuera escuchaba cantar a la Soa' Tuta junto al coro de eternas señoras. Uno en su niñez lo único que quería, era subir esa escalera caracol que te llevaba a las campanas o arrancarse a la casona de los Letelier a montarse arriba de los leones o ver a los peces de colores de la fuente de agua o, por último, a recoger cocos de las palmeras.

Soy de la tierra en donde el funeral tenía sus tradiciones. Vez que íbamos al cementerio había que conseguir un clavo para escribir en la muralla. En que al entrar no faltaba quién le pegaba su remecida a la mata de camelias, provocando una lluvia de pétalos que le daban un bonito efecto al pasar del muerto. Que después de escuchar el llanto, ver correr lágrimas y hasta tomar agua de toronjil pa' la pena, que uno tomaba de copuchento no más, corríamos pal portón del cementerio, porque sabíamos, porque estábamos seguros de que ahí estaría, y llegamos y ahí estaba, lo que habíamos esperado todo el día, El tío Adin, con su bicicleta negra y sus bolsas con 303, papas fritas, dulces y chocolates. Si hacía frío, su rico helado e' invierno y, si hacía calor, su guapo barquillo con una bola de helado de tres sabores, y si te habías portado bien te premiaban con uno doble.

Soy de la tierra campesina, que extraña la fiesta de la primavera, con sus carros alegóricos, que a lo lejos todavía escucha la palla de Don Genaro, la santiguá de la mamita Teresa, extraña la caminata ebria del Poroto y la Porota, la hallulla del almacén, esa que era única en sabor y textura. Además, que la hacía el pariente Gonzalo. Extraño el sonido de la sierra de la carnicería e' Milaco y la señora Quina, cuando cortaban esos huesos carnudos para la cazuela.

Soy de la tierra campesina, que ve cómo sus cerros están perdiendo sus faldeo, con grandes casonas de cuicos afuerinos.

Soy de la tierra campesina, que ve como su gran patrimonio, la Laguna agoniza y siente que nadie hace nada.

Soy de la tierra campesina, que se siente amenazada por una expropiación pal' camino. Soy de la tierra campesina, que no sabía de marihuana, de coca, de monos, ni de pasta y hoy ve cómo su juventud se consume en esos vicios.

Soy de la tierra campesina, que su nombre en Mapudungun significa "Lugar donde llega el Estero" ¿Cuál estero, me pregunto yo?, si ya no le queda agua que robarle.

Soy de la tierra campesina que lucha por mantenerse viva, por surgir en familia y por continuar la tradición.

Escrito @Phersho1320 

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